Artículos Políticos



La insensatez de la diplomacia ortodoxa



¡Cuánto trabajo le está costando a la Diplomacia tradicional y ortodoxa —me niego a calificarla de “academicista”— evolucionar al mismo ritmo que lo hace la opinión pública y la geopolítica en el mundo!  Eso se evidencia, sin duda alguna, de la declaración dada por el presidente colombiano Ernesto Samper, apenas conoció la noticia de la demanda introducida por el ahora también expresidente Álvaro Uribe en el tribunal de La Haya en contra del presidente venezolano Hogo Chávez.

Si alguna virtud ha tenido el actual régimen venezolano, ha sido la de poner en evidencia el desfase de políticos y gobiernos del mundo con las nuevas realidades políticas y sociales universales.  ¿La razón?  Todavía siguen analizando y calificando los acontecimientos y fenómenos políticos basados en paradigmas concebidos a mediados del siglo pasado.  Un caso concreto de ese desfase es la definición prevaleciente de dictadura, a pesar de que la historia reciente está llena de ejemplos contrarios a ella, como el caso venezolano en donde a su gobernante, por el simple hecho de que accedió al poder por el voto popular y de que, en apariencia, mantiene la “libertad de expresión”, no se califica de dictador, a pesar de violar abierta y reiteradamente la Constitución Nacional.

El mundo ha cambiado, señores diplomáticos.  Más de lo que ustedes se imaginan.  Así como los terroristas luchan hoy con nuevas armas, los dictadores, apoyados en “estrategas políticos” tarifados, utilizan nuevos métodos para someter la voluntad de las mayorías y para empobrecer a los pueblos en nombre del dogmatismo ideológico.

La única evidencia paradigmática de la vieja escuela diplomática que se mantiene “incólume” en las nuevas figuras dictatoriales, es la de la “libertad de prensa”.  Esto, estoy seguro, es lo que ha afectado el análisis de los diplomáticos atados a una praxis superada en el caso venezolano, porque los asesores multinacionales del gobierno, incluyendo franceses, estadounidenses y cubanos, se han esmerado evidentemente en advertirle al gobernante los riesgos inminentes de una acción directa contra la prensa.  Si aún no lo creen, vean, piensen y reflexionen sobre los vericuetos y vueltas que ha dado el régimen venezolano para silenciar las voces disidentes.  Señores diplomáticos, hay un nuevo tipo de actitud dictatorial que está obligando a reformular los conceptos y principios de la diplomacia ortodoxa.

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