¿“Fact-Checking” al
rescate?
La Nueva Pesadilla del Periodismo
Resumen
Desde el punto de vista histórico, el periodismo nunca
había estado en una situación de riesgo tan crítica como la de ahora. Pudo
superar los desafíos del pasado porque eran específicos, puntuales. Sin embargo,
en la actualidad se ha configurado un escenario sumamente complejo en el cual
convergen varios factores de riesgo, destacándose de manera especial el
fantasma de las redes sociales.
El periodismo, a lo largo de su historia, ha
pasado por diversas etapas en las que se ha visto en serias dificultades. A
partir de los años 20 del siglo pasado, la radio le complicó su existencia, al
competir ventajosamente en el terreno de la inmediatez noticiosa. Luego, en los
años 40 y 50, la televisión le arrebató el protagonismo en el terreno de lo
dramático y sensacional. Más recientemente (en la década de los noventa), Internet
—esa curiosidad tecnológica que abrió una nueva dimensión “virtual”: el
ciberespacio— comenzó a minar lenta y progresivamente sus ya mermadas
audiencias. En cada una de esas
situaciones, los agoreros predijeron el fin del periódico y, con él, el de toda
la “industria” de la información de actualidad.
Obviamente eso no sucedió; pero el periodismo
tuvo, en cada caso, que reinventarse. En lugar de poner énfasis —como lo venía
haciendo desde sus inicios como industria informativa— en lo anecdótico y
simple; en lo inmediato y fugaz, se centró en lo reflexivo y trascendente. Dirigió,
entonces, su atención hacia aquellos hechos que, aun pareciendo simples,
poseían una carga potencial de efectos positivos o negativos en la sociedad.
Igualmente, se esforzó en explicar aquellas circunstancias en las que los acontecimientos
se suscitaban, uno tras otro, sin que la gente entendiera su significado.
Ese fue el escenario en el que aparecieron y
se fortalecieron modalidades informativas más sólidas como el Periodismo
Interpretativo, y emergieron medios impresos con contenidos elaborados
especialmente para ayudar a sus lectores a entender el entorno noticioso,
altamente fragmentado por un flujo incontrolado de relatos sobre hechos inconexos
y sin justificación aparente. Ése, en particular, fue el caso de la revista
Time.
No obstante, el Periodismo enfrenta en la actualidad
un reto histórico distinto y potencialmente más peligroso. No porque sea, de
manera específica, mayor que el representado por la radio, la televisión o
Internet; sino porque es complejo y múltiple. Ya no compite con cada uno de
ellos. Prácticamente lo hace con todos a la vez. Además, las circunstancias
adversas van más allá. Se enfrenta a un monstruo multi-cefálico que ahora
incluye la progresiva disminución en los ingresos por publicidad, y la dramática
y sostenida reducción de las audiencias (McChesney y Nichols, 2010) cada vez
más embelesadas por los servicios informativos digitales a su medida y, en
muchos casos, gratuitos.
Lo más lamentable es que, en esa lucha por su
sobrevivencia, el periodismo ha descuidado algunas de sus tareas fundamentales
relacionadas con la explicación del acontecer de actualidad. Sus esfuerzos se
han diluido en la búsqueda de vías que le permitan seguir garantizándose un
lugar en el interés de los públicos cada vez más atrapados en las redes
sociales. Pero ha fallado, una y otra vez, en su pretensión, debido a que se ha
empeñado en utilizar las mismas técnicas y estrategias de sus “adversarios”.
Sin embargo, su mayor falla —desde el punto de
vista profesional— ha sido el evidente descuido de su responsabilidad de, sistemáticamente,
verificar los hechos y la confiabilidad de las fuentes; así como su alejamiento
de la labor como intérprete de la realidad. De allí que algunos sectores periodísticos,
en el mundo occidental, hayan planteado el concepto del “Fact-Checking” que,
aunque no se refiere La Nueva Pesadillaa algo nuevo, busca exigirles a los
periodistas el cumplimiento de su obligación fundamental de comprobar los
hechos.
De modo que, por cosas del azar y de manera
paradójica, la grave situación coyuntural que hoy enfrenta el periodismo podría
ofrecerle, a la vez, una tabla de salvación. Si atiende los reclamos de los
especialistas e interpreta adecuadamente las nuevas necesidades de los públicos
en relación a la explicación y clarificación de los hechos planteados en el torrente
informativo virtual de las redes sociales y el ciberespacio, podría no sólo
sobrevivir, sino, una vez más en su historia, salir fortalecido. Todo dependerá
de su capacidad para evolucionar y reinventarse.
References
McChesney, Robert W.
and Nichols, John. The Death and Life of American
Journalism. Nation
Books, New York, NY, 2010.
Meyer,
Philip. Precision Journalism. Indiana
University Press, Bloomington, USA, 1979.
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